martes, 27 de mayo de 2008

Insomnio

Alguien ha dicho que el sueño equivale a la esperanza: intuición admirable de la importancia tremenda
del sueño – como asimismo del insomnio. Este representa una realidad tan colosal que me pregunto si el ser
humano no sería un animal incapacitado para el sueño ¿Por qué calificarlo de animal razonable cuando se
puede encontrar en ciertos animales tanta razón como se quiera? Por el contrario, no existe en toda la
naturaleza otro animal que desee dormir sin lograrlo. El sueño hace olvidar el drama de la vida, sus
complicaciones, sus obsesiones ; cada despertar es un nuevo comienzo y una nueva esperanza. La vida
conserva así una agradable discontinuidad, que da la impresión de una regeneración permanente.

Los insomnios engendran, por el contrario, el sentimiento de la agonía, una tristeza incurable, al
desesperación. Para el ser humano que goza de buena salud – es decir, el animal-, es inútil interrogarse
sobre el insomnio; él ignora la existencia de individuos que lo darían todo por adormecerse, seres obsesos
de la cama que sacrificarían un reino por volver a hallar la inconsciencia que la terrorífica lucidez
de las vigilias les ha brutalmente arrebatado. El vínculo que existe entre el insomnio y la desesperación
es indisoluble.
Pienso incluso que la pérdida total de la esperanza es inconcebible sin la colaboración del insomnio. La
única diferencia existente entre el paraíso y el infierno es que en el primero se puede dormir todo lo
que se quiera, mientras que en el segundo no se duerme nunca ¿Acaso Dios no castigó al hombre quitándole
el sueño y dándole el conocimiento? ¿No es la privación del sueño el castigo mayor que existe? Resulta
imposible amar la vida cuando no se puede dormir.

Los locos padecen frecuentemente de insomnio: de ahí sus terribles depresiones, su asco por la vida y su
tendencia al suicidio. Pero esa sensación de hundirse, como un buzo de la nada, en las profundidades- sensación
propia de las vigilias alucinadas-, ¿no sería una especie de locura? ¿Quienes se suicidan arrojándose al agua
o precipitándose en el vacío actúan movidos por un impulso ciego, locamente atraídos por el abismo. Quienes
no han conocido nunca semejantes vértigos no pueden comprender la irresistible fascinación de la nada que
conduce a algunos seres a la renuncia suprema.

Hay en mí más confusión y caos de lo que el alma humana debería soportar. Podéis encontrar en mí todo
lo que queráis. Soy un fósil de los comienzos del mundo en el que los elementos no se cristalizaron y
en el que continúa aún la loca efervescencia del caos inicial. Soy la contradicción absoluta, el
paroxismo de las antinomias y el límite de las tensiones; en mí todo es posible, pues soy el hombre que
se reirá en el momento supremo, en la agonía final, en la hora de la última tristeza.

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